En 1946 Estados Unidos fundó en
Panamá la Escuela de las Américas (SOA), con la supuesta intención de promover
la estabilidad en América Latina. Entre otras ilustres personalidades la
Escuela, a cargo del Pentágono, produjo varios de los más sanguinarios
dictadores de América Latina: Manuel
Noriega, expresidente de Panamá recluido en una cárcel de los Estados Unidos,
ex agente de la CIA; Hugo Bánzer, dictador militar de Bolivia, reprimió
salvajemente a los mineros –la Escuela galardonó a Banzer por sus éxitos-; José
Efraín Ríos Montt, ex dictador fascista, cristiano “renacido”- en los primeros
meses de su gobierno el ejército asesinó de forma brutal a más de 2600
campesinos indígenas y la cifra aumentó vertiginosamente en el conflicto
interno; General Leopoldo Galtieri (Argentina) líder de la junta militar que
practicaba con frecuencia el asesinato de personas tiradas al mar desde un
helicóptero... El catálogo de torturadores no cabe en este fragmento.
Además, la Escuela ha dedicado su
larguísima vida al adiestramiento de miles de soldados. Entre 1984 y 1992, 6844
militares del ejército colombiano eran entrenados bajo el auspicio de un
Programa Internacional de Adiestramiento. Dicho Programa dirigido a los
oficiales del ejército es el más importante de todo el hemisferio y la ayuda
militar que proporciona EEUU a Colombia constituye la mitad del total destinado
al hemisferio sur. Los norteamericanos “luchan” contra el narcotráfico
colombiano. La lista de apoyo armamentístico a determinados países del Sur no
cabe en este fragmento.
Recuerdo muy bien que los niños
guatemaltecos que vivían en comunidades indígenas desplazadas, después de
perder a su familia, se paralizaban si oían el ruido de un helicóptero. El
ejército aterrizaba y masacraba a la población desarmada: Las técnicas de
tortura que utilizaron no pueden contarse en este fragmento. Pero sí están
presentes en la historia de Guatemala.
Puede que no nos importe la responsabilidad moral de los
diversos gobiernos que han apoyado el genocidio de la población civil.
La ocupación, justificada siempre
por EEUU, por motivos morales y humanos forma parte de su cinismo.
Cabrea reconocer que no tenemos buena memoria. El objetivo de la tortura es
producir miedo, no lograr la verdad y los ejércitos estadounidenses tienen una
probada tradición en este campo.
Los nombres de mujeres, niños y
hombres asesinados y torturados por ejércitos y escuadrones paramilitares
adiestrados por EEUU no caben en este fragmento.
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