Tenemos Reyes (publicada en 2003)



Monarquía: Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden hereditario.” 




La Real Academia de la Lengua Española define así la institución monárquica que en nuestro país es además “constitucional”. Según el Artículo 65.1 el dinero que recibe anualmente la Casa Real de los Presupuestos Generales del Estado, sirve a nuestra monarquía para el sostenimiento de su familia y Casa, teniendo la potestad de distribuirlo libremente según más le convenga.



Por alguna razón que desconozco, porque ni vivo en la Edad Media, ni comparto la organización feudal, existe un estamento (todavía) denominado nobleza, que disfruta de una serie de derechos patrimoniales, hereditarios: la cuna y la familia fijan las condiciones de partida. En contra de lo que señala la consagrada Constitución, no todos los ciudadanos somos iguales, ni disfrutamos de los mismos derechos. No podemos estudiar en ninguna escuela de alto prestigio, ni estudiar en el extranjero, ni disfrutar de una mansión situada en la capital, ni practicar sky en los períodos vacacionales, ni navegar...  Y un largo etcétera. Tampoco nos es fácil casarnos y últimamente también se nos priva de circular con libertad fuera de nuestras fronteras, por el peligro que pueda entrañar para otros.  




Pero los reyes caen bien. No cometen fechorías, se casan con quien nos gusta y emiten horas y horas de televisión en las que se destapa su trayectoria, se discute sobre los vestidos y se nos recuerda reiteradamente, lo “majos” que son todos. Circo para unos cuantos, que “quieren”  a los reyes. Entre las obligaciones de la Casa figura la de dejarse hacer, dejarse ver de vez en cuando, que la gente opine y mantener el tipo con dignidad.



Algunas personas piensan que estar en contra de la monarquía es odiar y querer alterar el orden público. A esas personas y a todos, sólo el evento les costará, entre dos y cuatro millones de euros (la cifra varía según las fuentes consultadas). No por alterar el orden público, ni por odiar, sino por estar en desacuerdo con algo y poder decirlo, el viernes en la puerta del Sol se convoca una manifestación a las nueve de la noche. El sábado un cocido en Rivas- Vaciamadrid. No es la revolución, sino una fiesta para no estar obligada a verlo en la tele.

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