Es como
un pasillo. El pasillo desemboca solo en una habitación. En esa habitación te
quedas y ya no te volvemos a ver. Es verdad que hubo otras habitaciones por el
camino de la casa, que estuviste en todas: discutiendo, riendo, comiendo,
bebiendo, detrás de los nietos, a veces ausente… Ahora ya no estás. Ya no te huelo, ya no te
siento. Y eso es lo que nos hace llorar. No es mentira que busquemos a nuestra
gente en cada cosa, tampoco que no nos acordemos, tampoco que el dolor no se
haga más tenue según la situación que vivamos. La risa a veces culpabiliza, es
más una especie de cosa que te pasa y te preguntas por qué te pasa. No puedes llorar
todo el día, puedes pararte y llorar un momento. Es la ausencia corporal de ti,
que no estés lo que cabrea. Que no te volvamos a ver.
Mi
madre ha muerto. Lo digo de un tiempo a
esta parte casi a diario. Pero si alguien
lo pregunta ella era Lucía. Trataba, yo creo, de solventar cuentas pendientes. A veces, eso era muy cansado. Era como una niña
y así se la veía. Como una niña grande cuando llevaba trenzas y se la veía más
mayor, como una niña joven conforme iba pasando el tiempo y la gente no
acertaba nunca con su edad. Es un tópico pero tenía una edad improbable, porque
era muy guapa, excesivamente para algunas o algunos. Así que sabía que era guapa pero a veces no lo sabía.
Se
curró mucho su profesión. Creo que le costó más allá de lo infinito que mi
padre nos tuviera a la puerta esperando en el coche en frente de una peluquería, hasta
que ella saliera. Eso le duró muy poco pero siguió. En realidad, ella sabía que
eso era lo que le gustaba. Probablemente si alguien la hubiera descubierto, no
habría trabajado solo en gabinetes de estética ajenos durante un tiempo. Lucía
estaba hecha para el cine. Por lo histriónica y porque embaucaba. En realidad,
yo no sé como es el cine pero estoy casi segura de que se hubiera entusiasmado
con eso, pero también los demás con ella. Lo que pasa es que sobre todo era
madre. Se equivocaba en algunas cosas pero en la mayoría acertó muchísimo. Tenía una tendencia hiperprotectora pero a la
vez simpática. “Cariño con la energía positiva se atrae a la gente, si se está
triste no se atrae a nadie”. Nos enseñó
bien muchas cosas. Sabía que mi hermano y yo éramos diferentes. Cuando ponía
los casettes de Serrat o Lole y Manuel,
él salía corriendo “ya dejar de cantar”. Luego a veces se quedaba,
porque recitaba poemas, así que nosotros conocíamos a Miguel Hernández por lo
que ella recitaba, o a Lorca. Nos dejaba leer. No era obligación. Era
diversión. Nos sentábamos cada uno en un sillón de orejas rojo allí a leer los
cómics de los Picapiedra que con el tiempo nos dieron rienda suelta para leer
cosas ahora inconfesables. Pero ella nos dejaba, nos ayudaba. Mi hermano sería
mucho más descriptivo con todo lo que eso significaba. Él ordenado, yo un caos…
Pero los dos jugábamos horas. Nos daban autonomía para eso. Nos quisimos mucho
desde el principio, pero también hubo mucho de dejarnos pelear y de aprender a
ver al otro. Era muy importante para Lucía que nos quisiéramos. Nos llamo para
decírnoslo casi en el último momento. No hacía falta ya estaba hecho. Hay cosas
que son ineludibles. Con el tiempo se van haciendo. Una no se da ni cuenta.
Esto salió así, pero Lucía sabía que era muy importante en la vida. Lucía quiso
mucho a sus hermanos. Por eso, aunque a
veces la vida y las cosas se lo pusieran difícil, tuvo claro que esto era algo
irrenunciable. Recuerdo alguna discusión con su hermano. Si discutían, se le
iba la fuerza. Lloraba. Menos mal que discutieron yo creo que uno o dos veces
en la vida. Para mí era exagerada. Al final, o ahora, la entiendo muy bien.
Quiso
mucho a su marido. Se peleó mucho pero le quiso mucho. Le llamó para decírselo.
El pasillo era lo que más asustaba a mi padre. La irrevocabilidad de todo lo
que pasaba. La impotencia de no poder hacer nada. Más que asustarle, también le
cabreaba. Lucía no vio eso. Lucía vivió más de treinta años con él. Así que fue
su elección. Eran los dos muy guapos. Una pareja muy guapa de esas que la gente
ve y dice: “seguro que se llevan mal”. A estas alturas alguien me diría “no
digas tanto lo de guapos, no es tan importante”. Es porque creo que eso no le puso las cosas
tan fáciles sino más bien todo lo contrario. Pero da igual, los ojos de mi
madre son irrepetibles. Se lo hemos dicho
muchas veces. Ella ya lo sabía pero siempre uno considera que no las
suficientes. No escatimó una sonrisa a sus nietos, por mal que se encontrara. Supongo
que ese grupito de enanas y enano, le dio más
alegría que todos nosotros juntos.
Te echo
de menos, te echamos de menos. Quiero no verlo
y quiero verlo y hago y hacemos todos, un esfuerzo enorme por estar sin ti. Y eso que mira que hemos
discutido contigo de lo cabezona que eras. Qué peleona, cuanto has peleado
mamá. Que valiente y que peleona. No hay
ningún pasillo, por estrecho y sin salida que fuera, que no nos deje ver eso.
La
felicidad es indefinida. La casa tiene muchas habitaciones, ahora las sigue
teniendo, a pesar de tu ausencia. “Disfruta de la vida cariño, disfrútala”.
Lo siento.
ResponderEliminarLuchi, siempre recuerda: Disfruta de la vida cariño, disfrútala. Te queremos.
ResponderEliminarQué bonito Luci. Echo mucho de menos hablar con Ella, mi gran amiga y compañera. Ella me enseñó muchisimas cosas, la más importante a darme valor y quererme. Me empapé de su sabiduría y resistencia hasta el último día. Tengo grandísimos recuerdos a cuál más agradable. Siempre estará con nosotros. Era una luchadora !!!
ResponderEliminarMe gusta mucho y me alegro muchísimo de averla conocido era la mejor suegra del mundo y no abra otra como ella ánimo a todos .....
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ResponderEliminarTuvimos suerte de formar parte de su vida, como ella decía , no imaginé tener tan buenos amigos a estas alturas de la vida y nos reíamos, y mucho.
Nos enseñó a luchar contra las adversidades de la vida,contra la enfermrdad,a saber perdonar a los que un día te hicieron llorar, siempre con su sonrisa tan fresca y limpia como era ella.
Luchó sabiendo que su batalla estaba perdida desde el principio, lo sabía y muy bien, pero lo hizo por los que más quería, Sus Hijos y Nietos, pero aunque había días que quería tirar la toalla volvía a resurgir y volvía a luchar, sufría muchas veces en silencio por que no quería preocuparnos a nadie.
Le preocupaba más el dolor que iba a causar con su partida que su propia enfermedad, nosotros la regañabamos por eso, y nos decía, es verdad tenéis razón. Dejate cuidar y mimar por todos, y volvía a hacer lo mismo, sufrir en silencio. Así era ella.
A los hijos os digo para esos dias qie
no teneis fuerzas ni para levantaros por la mañana por qué la pena os lo impide, recordar su frase, Disfruta de la vida Cariño, y recuerda su sonrisa, seguro que os ayuda a llevar esa mochila llena de tristeza y pena.
Ya nada será igual, Málaga,su habitación vacía, sin las risas que nos echábamos juntos, los baños, en fin que os puedo decir sino "Disfruta de la Vida Cariño" Un beso muy fuerte a todos en especial a los hijod
ResponderEliminarTuvimos suerte de formar parte de su vida, como ella decía , no imaginé tener tan buenos amigos a estas alturas de la vida y nos reíamos, y mucho.
Nos enseñó a luchar contra las adversidades de la vida,contra la enfermrdad,a saber perdonar a los que un día te hicieron llorar, siempre con su sonrisa tan fresca y limpia como era ella.
Luchó sabiendo que su batalla estaba perdida desde el principio, lo sabía y muy bien, pero lo hizo por los que más quería, Sus Hijos y Nietos, pero aunque había días que quería tirar la toalla volvía a resurgir y volvía a luchar, sufría muchas veces en silencio por que no quería preocuparnos a nadie.
Le preocupaba más el dolor que iba a causar con su partida que su propia enfermedad, nosotros la regañabamos por eso, y nos decía, es verdad tenéis razón. Dejate cuidar y mimar por todos, y volvía a hacer lo mismo, sufrir en silencio. Así era ella.
A los hijos os digo para esos dias qie
no teneis fuerzas ni para levantaros por la mañana por qué la pena os lo impide, recordar su frase, Disfruta de la vida Cariño, y recuerda su sonrisa, seguro que os ayuda a llevar esa mochila llena de tristeza y pena.
Ya nada será igual, Málaga,su habitación vacía, sin las risas que nos echábamos juntos, los baños, en fin que os puedo decir sino "Disfruta de la Vida Cariño" Un beso muy fuerte a todos en especial a los hijod
Luci, te queremos! Disfruta de la vida y quédate con los mejores recuerdos que esos son lo que te hacen seguir fuerte. Besazos!
ResponderEliminarMe gustaría decir 'sin palabras', pero sabes que es muy difícil dejarme sin palabras. Lucía cómo te quiero! Qué rabia me da a veces que no sea todo maravilloso en tu vida! Me gustaría verte feliz a todas horas porque te lo mereces. Y, sin embargo, como si supieran que detrás de esa apariencia fragil eres una mujer llena de amor, que te sobra porque eres sensible e igual que sufres con verdadero dolor, amas de forma incontenible. Que suerte he tenido en conocerte y disfrutar de esa ternura que desgastas en los que quieres. Que suerte he tenido de conocer a esa mujer que quería ser amiga tuya y de tus amigos, que me hizo comprender porque eres tan cariñosa. Distintas, como las madres e hijas que se empeñan en no parecerse tanto, siempre formabais un tandem curioso que yo tuve la suerte de gozar. Saludos a los pequeños que ya deben estar bien grandes. Te adora. Nacho.
ResponderEliminarMi Nacho bonito. Que pena no tenerte cerca. Aún así sabes lo mucho que te quiero. Un abrazo gigantesco.
EliminarQué suerte la mía haberte conocido. Tu dolor se convierte en serena sabiduría y ese es el legado que debes trasmitir a esos enanos, la magia de esa puerta hacia atrás y no hacia delante.
ResponderEliminarSolo mandar un abrazo de los que arrullan y un beso que os mueva el tímpano.
No sé quien eres pero es precioso lo que dices
EliminarSiento una pena enorme por no haberos podido acompañar en estos momentos tan difíciles; haber llorado en vuestra compañía o sencillamente haber estado a vuestro lado aunque fuera solo un segundo.
ResponderEliminarAl leerte Lucy, uno puede imaginarse perfectamente a Lucía: no la describes, la pintas con un cariño desgarrador. No sé la de veces que lo he leído queriendo contestar, pero una y otra vez me quedo sin palabras, como duele escribir después de leerte, mi niña.
Tengo la enorme fortuna de teneros a los dos hermanos como amigos, y me alegra una barbaridad saber que fui testigo de una de las cosas más importantes para ella: que os quisierais. La cantidad de horas que he pasado en vuestra compañía, así lo esculpieron en el propio tiempo. Durante días, horas y minutos fue un regalo disfrutar en una cafetería humilde de una humilde universidad del cariño que os teníais. Desconocía que era notario en la distancia de un deseo empujado con el corazón. Lucía, allá donde puedas estar, descansa porque ese amor es real.
Hace tiempo, en un cumpleaños Lucía me dijo: sois el más loco de todos, igual tuvo algo que ver un castillo hinchable, pero en mi infinita torpeza lo sentí como un reproche. Tiempo después, en otro cumpleaños, estábamos hablando sentados en una escalera mientras veíamos jugar a los nietos. En un momento se acercó y me susurró: me gusta que sigas siendo un loco, y su mirada indultó a mi torpeza.
Gracias Lucía, gracias por haberte conocido, gracias por entender mi locura: no quiero volverme cuerdo en un mundo en el que falta vos.
Besos, montones de besos familia.
Gaby
Montones de besos Gaby
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